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jueves, 23 de junio de 2011

Vuelvo a Estar en Paz

   Estoy en equilibrio. Acabo de terminar la meditación y el saludo al sol y al alba que llegan en plenitud y armonía. Paseo por la casa descalza. Los primeros rayos de sol que se cuelan por el balcón, calientan mis pies y hacen de la estancia un espacio inmenso de paz. El silencio que mantiene la aurora sobre el mundo hoy, es distinto, nunca lo había sentido así.     Ese fresquito del amanecer, hace que todo mi cuerpo permanezca tirante, esperando que llegue el primer calor del día, para relajarse. Los aromas son más puros por la mañana.  El efluvio delicado y suave del mar contrasta con los restos de perfume que quedan en mi cuerpo. Ya no es el olor de él, de la pasión desatada, ahora es un aroma lánguido, de recuerdos gozosos, un olor conocido, olor de saliva elaborada, y del sexo pasado, que han quedado pegados a mi piel con memorias que se desvanecen. Comienzo a sentir calor en mi cuerpo, mis pezones se destensan y vuelven a moverse juguetones bajo el lino agradable de mi camisa abierta.
   El té de la tarde fue relajado hablando de tiempos pasados. Los comentarios mezclados con las pastas dieron paso a los silencios y las primeras miradas. Insinuación delicada, toques accidentales y acciones evidentes, terminaron en un abandono de las formas sociales, morales y verbales. La madera del suelo sujetaba el nido de ropas que nos recogía, intentando evitar, no siempre con éxito, que la pasión golpease las partes romas de nuestras anatomías, que abandonando la medida y la física convencional, se desataban en un revuelo de masajes, besos y ajustes, de todo tipo. Gestos repetidos hasta conseguir una y otra vez el clímax buscado, alternándonos como amantes egoístas. Después, nuestros cuerpos poco a poco, fueron perdiendo el ardor general y localizado, y el ansia de placer que solicitábamos a la otra mitad del nido.
   Por fin le he visto entregarse y vaciarse como un loco, sin las limitaciones y las filosofías inculcadas de aquellos años. Qué distinto de nuestras primeras experiencias... Él también se acordaba de todo, pero no quiso comentar lo que me decía en la penumbra bajo la cruz: me estoy reservando.
 Virtudess

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